San Lorenzo, diácono y mártir- Patrono


Oración

Señor Dios: Tú le concediste a este mártir un valor impresionante para soportar sufrimientos por tu amor, y una generosidad
total en favor de los necesitados. Haz que esas dos cualidades
las sigamos teniendo todos en tu Santa Iglesia:
generosidad inmensa para repartir nuestros bienes entre los pobres,
y constancia heroica para soportar los males y
dolores que tú permites que nos lleguen.
Amén.

Oración Día 10 de cada mes

Glorioso San Lorenzo; Tú que respondiste con obediencia de apóstol al divino llamamiento y con fortaleza de invicto mártir supiste defender la fe de Cristo, le suplicamos intercedas delante del Señor, para que nunca decaigan nuestras convicciones cristianas y sea siempre la fe nuestro escudo en la adversidad y nuestra ley en la prosperidad. Amén.

Señor, ten piedad de nosotros. R

Cristo, ten piedad de nosotros. R

Señor, ten piedad de nosotros. R

Cristo, óyenos. R

Cristo, escúchanos. R

Dios Padre celestial. Ten piedad de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo. R

Dios, Espíritu Santo. R

Santa Trinidad, un solo Dios. R

Reina de los Mártires. Ruega por nosotros.

San Lorenzo, fiel defensor de la Iglesia. R

San Lorenzo, decidido servidor del Papa. R

San Lorenzo, caritativo proveedor de los pobres. R

San Lorenzo, amparo de ancianos y huérfanos. R

San Lorenzo, modelo de prudencia. R

San Lorenzo, obediente hasta la muerte. R

San Lorenzo, despojado de todo. R

San Lorenzo, inquebrantable en la fe. R

San Lorenzo, lleno de fortaleza en el sufrimiento. R

San Lorenzo, alegre en las más duras pruebas. R

San Lorenzo, probado por el fuego. R

San Lorenzo, atormentado por amor de Jesucristo. R

San Lorenzo, luz de los ciegos. R

San Lorenzo, esperanza de los enfermos. R

San Lorenzo, triunfante en la gloria. R

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Ten misericordia de nosotros.

- V: Señor lo coronaste de gloria y de honor

- R: Y le constituiste sobre las obras de tus manos.

Oh Dios Omnipotente, concedednos apagar los incendios de nuestras concupiscencias, tu que hiciste al bienaventurado Lorenzo vencer las llamas de sus tormentos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Novena

- Por la señal de la santa cruz... 

- Acto de Contrición: Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, me pesa de todo corazón de haber pecado, porque he merecido el infierno y he perdido el cielo, pero sobre todo porque te ofendí a ti, que eres bondad infinita, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendar y evitar las ocasiones próximas de pecado, confesarme y cumplir la penitencia. Confío en que me perdonarás, por tu infinita misericordia. Amén.

- Oración para todos los días: Excita, Señor, en tu Iglesia el mismo Espíritu que animó al bienaventurado diácono Lorenzo, para que nosotros, animados de ese mismo Espíritu, nos desvivamos en amar lo mismo que él amó y en poner por obra lo mismo que él enseñó. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

- Oración para cada día:

1)
Ilustre mártir de Jesucristo, gloria de la nación española, honor del suelo aragonés donde naciste en la ciudad de Huesca. Lleno del espíritu y del amor de Dios desde muy joven te consagraste a su culto, siendo en Roma el diácono del Santo Papa Sixto II. Y en calidad de tal, el que le asistía en la celebración de los santos misterios y el encargado de distribuir a los pobres las limosnas de la Iglesia. Te preparabas con el ejercicio de tus virtudes para la terrible prueba del martirio que te reservaba Dios.
Haz que nosotros a imitación tuya adquiramos esta disposición tan necesaria a la salvación de nuestras almas. Y sin ella no puede cumplirse la ley de amar a Dios, que nos obliga a perderlo todo, antes que ofender a Dios mortalmente. Para lo que debemos ser fieles en combatir y vencer con ellas, porque si abandonamos las armas y nos dejamos vencer en las pequeñas ocasiones, debemos temerlo todo y arriesgamos nuestra eterna bienaventuranza. Amén.


2)
 Ilustre mártir de Jesucristo, glorioso San Lorenzo, que en aquellos tiempos de persecución a la Iglesia, todos los días te preparabas a vivir y morir en el Espíritu del martirio.
Haz que, a imitación tuya, vivamos y comprendamos bien la obligación de amar a Dios con el amor más perfecto de que seamos capaces. Para así concebir la obligación de vivir en el espíritu del martirio. De hallarnos en disposición de exponer nuestra vida por la gloria de Dios y por su servicio. Lo que en el sentir del mismo Jesucristo, señala la caridad más perfecta. Habiendo muerto por nosotros el hijo de Dios, es muy justo que, haciendo profesión de ser discípulos suyos, estemos dispuestos a morir por él, si se presentase la ocasión. Y corresponder a su divina pasión y muerte que nos abrió las puertas de la bienaventuranza. Amén.

3)
Glorioso San Lorenzo, ilustre mártir español, dechado de la caridad, modelo de todas las virtudes. De ella sacaste tu admirable fortaleza para padecer por Jesucristo los tormento que son el asombro de la cristiandad. 
Haz que nosotros imitemos tus virtudes. Porque los mártires que cedían en los tormento, eran aquellos que no se hallaban preparados para el sacrificio y por una verdadera fidelidad a la gracia.
Haz que nuestros corazones se penetren verdaderamente de este Santo Espíritu, sin el cual no tendremos valor para resistir las tentaciones del demonio. Ni para confesar a Jesucristo en las contradicciones del mundo y alcanzar después de una gloriosa lucha, la corona de la eterna bienaventuranza. Amén

4)
Glorioso San Lorenzo, esforzado mártir de Jesucristo. Comunícanos tu santo valor para confesar su santo nombre. Porque si no nos hallamos, gracias a Dios, en los tiempos de las persecuciones sangre dentro de la Iglesia, sin embargo, no se halla la Iglesia libre de persecuciones. Y tendrá que experimentarlas mientras dure la iniquidad en la tierra. 
Cada siglo tiene sus persecuciones, y hay su manera de confesar a Jesucristo y de ser mártires de la verdad. Para que podamos de este modo, merecer lo que dijo el mismo Jesucristo, que a quien le confesase ante los hombres, él le confesaría ante su Padre celestial en la eterna bienaventuranza. Amén.

5)
Glorioso San Lorenzo, esforzado mártir español cuyo más cumplido elogio lo forman tus mismas palabras. Cuando impulsado de un ardiente deseo de mejorar tu sangre por la confesión de Jesucristo, con la de tu Papa San Sixto II. Dirigiéndote a este inundado de lágrima le decías: 
"Considera, Santo padre, si en la lección que has hecho de mi persona te has engañado. ¿Habiéndome confiado la sangre de Cristo, me creerás infiel para economizar la mía.?"
Haz que comprendamos estas admirables palabras que encierran las cualidades de un perfecto cristiano. Que comprendamos que el que no cumple bien con los deberes de su estado, y el que no observa la Ley Santa del Señor, no es acreedor, por mucho que sea su fervor y su deseo, te mereces la corona de la eterna bienaventuranza,. Que sólo reserva Dios a los que se han preparado a ella con una santa vida y con la práctica de las virtudes. Amén.

6)
Glorioso San Lorenzo, mártir esforzado de Jesucristo. Que mereciste que tus ardientes súplicas de derramar tu sangre por Jesucristo fueron escuchadas. Y al acompañar al Papa San Sixto II en su martirio te contestase este santo anciano que el Señor, como más joven, te reservada una victoria más gloriosa. Porque había de ser más dura la lucha que tenías que sostener. 
Haz que a imitación tuya, conformándonos en todo con la voluntad del Señor, tengamos la viva fe que tú tuviste obedeciendo sus mandatos. Aunque estos sean los más duros y penosos para nosotros. Juzgando bienes los males de esta vida, no según los sentimiento de la naturaleza, sino según los principios de la religión. Y así alcanzaremos un día la eterna recompensa. Amén.

7)
Glorioso San Lorenzo, ilustre mártir español. Que después de la muerte de San Sixto, sabiendo los perseguidores que eras el encargado de los tesoros de la Iglesia, te lo pidieron con urgencia. Tú prometiste entregárselo después de tres días. Y reuniendo a los pobres y enfermos que cuidabas se los mostraste como el único tesoro de la Iglesia. Engañando su avaricia que se trocó en furioso odio contra ti. 
Haz que miremos debidamente tu heroica acción en el último acto de tu ministerio, durante los tres días que precedieron a tu muerte. Contemplemos aquel espectáculo que arrebata de admiración a toda la corte celestial. Aquel bello modelo que edificó hasta los mismos gentiles y aprendamos la fidelidad por la que tú mereciste la corona del martirio que tanto habías deseado. Para que nosotros podamos merecer también por el cumplimiento fiel de nuestros deberes, la eterna bienaventuranza. Amén.

8)
Glorioso San Lorenzo, ilustre mártir español. A quien el irritado tirano Galieno, cuya avaricia de tan singular modo burlaste, te condenó al bárbaro suplicio de que te tendiesen sobre una parrilla. Haciéndote perecer a fuego lento, cuyo tormento horrible consideraste con la mayor alegría, porque el fuego sobre el que te tendieron era más débil que el amor divino que te abrazaba interiormente. Haz que el poder de la gracia de Jesucristo dulcifique la amargura de cuanto pueda mortificar nuestra carne. Y en las penitencias que usemos para extinguir el fuego de nuestras pasiones e imitando tus santas virtudes y fervoroso valor, no sintamos las penas y trabajos del mundo. 
Verdadero martirio que debemos ofrecer al Señor, en expiación de nuestros pecados. Y que con él podamos alcanzar la eterna bienaventuranza. Amén.

9)
Glorioso San Lorenzo, ilustre mártir español. Que tan generosamente y en bárbaro suplicio del fuego diste tu vida por Jesucristo. Desafiando con tu serenidad y alegría el tirano, a quien dijiste sonriendo que te volviese del otro lado. Ya que aquel ya estaba asado, y que podía saciarse con tu carne. Y levantando después los ojos, inundada el alma de celestiales consuelos, entregaste tu Espíritu al Señor. Convirtiendo así a muchísimos de los espectadores de tu cruelísimo suplicio. Alcánzanos del Señor resignación en nuestros males. Conformidad y fortaleza en la hora de nuestra muerte. Y constancia para confesar siempre el santo nombre del Señor. Y así nuestros males y trabajos se convertirán en nuestra corona. Como el terrible instrumento de tu martirio se ha cambiado en el más bello adorno de tu triunfo. Y la España que se gloría de haber sido tu ilustre cuna, ha perpetuado la forma del instrumento de tu muerte gloriosa. 
Así la planta de una de las más grandiosa fábricas de cristiandad, erigida entre los montes del Escorial tiene forma de parrilla. Glorioso mártir, no deseches las súplicas que durante esta Santa Novena te han dirigido con humildad los que nos gloriamos en ser tus compatriotas y devotos. Amén.

- Padrenuestro, Avemaría y Gloria tras la oración del día.

- Gozos a San Lorenzo:
 Danos, benéfico Santo, tu puro y encendido amor
y nuestros pecados borre por ti el Supremo hacedor.

Santo bendito de Dios, por tu acrisolada fe,
español esclarecido, luz del suelo aragonés,
que Huesca envidiable tuvo la dicha de darte el ser,
mucho más grande que en vida fuiste en tu muerte cruel.

Del Papa Sixto escogido, de su ancianidad sostén,
Diácono ilustre de Roma donde habías de padecer.
El implacable Galieno en ira ardiendo y en sed
de la sangre cristiana ordena su persecución cruel.

Tú fuiste de los llamados por cristiano a perecer.
Tú el varón fuiste animoso: tú mirabas con desdén
el imperio, los tormentos, de sayones la altivez,
y no te acobarda el fuego voraz, en que vas a arder.

Los verdugos y las brasas sacian en tu desnudez
su furia… ¡Dios soberano! que a un soplo de tu poder
convertir puedes en polvo el hombre y el mundo a la vez
pero el martirio es la gloria el camino del Edén.

Eterno se hizo tu nombre, tu mediación y valer,
pues en el empíreo brillas, y el mundo te alzó también
del arte un gigante templo, monumento del poder
de la hispana monarquía y de Felipe su rey.

- Oración Final para todos los días:
Oh Dios Omnipotente, concédenos apagar los incendios de nuestras concupiscencias. Tú que hiciste
al bienaventurado Lorenzo vencer las llamas de sus tormentos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
 Ruega por nosotros San Lorenzo