En esta situación tan delicada y significativa la Iglesia tiene que estar volcada con la familia que sufre, especialmente con aquellas familias que forman parte de la comunidad parroquial, tratando de acompañar, aliviar, y crear las condiciones para que les resulte menos doloroso y difícil.
En cuanto a la Palabra de Dios, el apóstol San Juan nos da la más hermosa definición de Dios que se haya escuchado nunca: Dios es amor. ¡Qué profunda sería la experiencia de aquél discípulo que conocemos como "el discípulo amado"! Hoy los textos nos sitúan en esta óptica: la primera lectura nos habla de la experiencia de un nuevo Pentecostés en el que el Espíritu baja sobre los que escuchan la predicación de Pedro, incluso sobre los gentiles, ante el asombro de los judíos; el amor de Dios no
hace distinciones. El Evangelio nos sitúa la cumbre del amor en la vida que entregamos a los hermanos; es lo que Jesús ha hecho, entregarse por nosotros; el amor se concreta en obras. La segunda lectura nos recuerda que Dios es Amor y que Él nos ha amado primero, que no es nuestro pobre corazón, tanta veces torcido y ensombrecido, la fuente del amor, sino Dios mismo; el amor brota de Él y prende una chispa en nosotros, que nos lleva a vivir pascualmente, en alegría y entrega a los demás.
Les dejamos el enlace con las lecturas y un video del Evangelio.
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