viernes, 24 de marzo de 2017

3ª edición del Misal Romano

LA TERCERA EDICIÓN TÍPICA DE LA ORDENACIÓN 
GENERAL DEL MISAL ROMANO

UNA NUEVA TRADUCCIÓN: LA FÓRMULA DE LA 
CONSAGRACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO

     En el Nuevo Testamento encontramos el relato de la Última Cena en cuatro lugares: Mateo (26,26-29), Marcos (14,22-25), Lucas (22,15-20) y 1 Corintios (11,23-26). Todo creyente está englobado en ese «por vosotros», hasta el punto de poder decir que el Señor ha muerto «por mí». Por muchos, aunque Jesús conocía el valor universal de su entrega, no dijo «por todos» sino «por muchos», cuando en la última cena se refirió al derramamiento de su sangre. Jesús utilizó la expresión «por muchos» por fidelidad a las palabras del anuncio profético de Isaías y la Iglesia utiliza «por muchos. «Todos» se mueve en el plano ontológico: el ser y obrar de Jesús, abarca a toda la humanidad, al pasado, al presente y al futuro.

     En nuestra mano esta acoger o no esta invitación salvífica. Como nos dice el libro del Apocalipsis: «Estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20).
     Cristo murió por todos, sí. La redención no es subjetiva sino objetiva universal (cf. GS 22). Dios «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (1Tim 2,4).

     Pero Cristo no obliga a que todos acojan su salvación. Él era consciente de que no todos aceptaban su invitación a seguirle. Así, al decir «muchos» permanece abierta la inclusión de cada persona individual en ese grupo de los salvados por la muerte de Jesucristo; no obliga, como sería el caso de «todos».

     La traducción oficial de la Biblia es la de la Conferencia Episcopal Española. Traducción literal de sus oraciones y rúbricas, según lo establecido en la Instrucción sobre el uso de las lenguas vernáculas en la edición de los libros de la liturgia romana Liturgiam authenticam (28 de marzo de 2001) de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y revisado por un profesor miembro de la Real Academia Española de la Lengua.

     El Misal contiene el prefacio de la fiesta de Santa María Magdalena (22 de julio), elevada de memoria a fiesta el 3 de junio de 2016.

     Se han unificado los títulos de las fiestas marianas, adoptando la expresión que encontramos en la visitación de María a su prima Isabel: bienaventurada «beatam me dicent omnes generationes» «bienaventurada me dirán todas las generaciones» [Lc 1,48]), y que es la que emplea el Misallatino.

     La Comunión bajo las dos especies: Como enseña el Concilio de Trento (cf. DH 1725-1729), <<bajo una cualquiera de las dos especies está Cristo entero y que no se priva de ninguna de gracia al que sólo recibe el pan o el vino consagrados, resulta más expresivo y concorde con la institución de la eucaristía («tomad y comed... tomad y bebed») recibir la comunión bajo las dos especies. En cuanto a la manera de distribuirla, se mantienen únicamente dos, bebiendo del cáliz o por intinción. Se podrá comulgar de rodillas o de pie, haciendo estos últimos una reverencia antes de recibir el sacramento (cf. núm. 160).

     Se cuidará con esmero todo lo que se relaciona directamente con el altar, donde se hace presente Cristo en las especies eucarísticas (cf. núm. 350). En esta llamada de atención hacia lo sagrado, se pone de relieve en la insistencia con que se pide que los diversos elementos de la celebración sean bendecidos: altar (cf. núm. 350), ambón (cf. núm. 309), sede (cf. núm. 310), sagrario (cf. núm. 314), vestiduras y utensilios litúrgicos (cf. núm. 335), órgano (cf. núm. 313), incienso durante la celebración (cf. núms. 120, 132, 135, 144). Queda así manifestada la finalidad «sagrada» de los objetos que se usan en la celebración, superando las semejanzas que puedan tener en el uso normal de la vida profana. A este respecto, se recomienda que las vestiduras litúrgicas lleven figuras, imágenes o símbolos que indiquen el uso sagrado.

     Es notable la importancia que la actual edición da a la belleza y a la estética que deben acompañar a la celebración eucarística, como signo concreto del respeto que nos merece este sacramento.

     La liturgia es considerada como el culto «oficial» de la Iglesia. De modo que las celebraciones litúrgicas «no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia» (SC 26). Esto significa que «la reglamentación de la sagrada liturgia es de competencia exclusiva de la autoridad eclesiástica» (SC 22 §1). Es por ello que la expresión ritual ha ido evolucionando a lo largo de la historia. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario