sábado, 18 de febrero de 2017

VII Domingo del Tiempo Ordinario

     Aun siendo la santidad la cualidad esencial de Dios, que lo define y expresa su identidad frente a las criaturas, el pueblo de Israel es invitado a participar de ella. En el Levítico, tal invitación a imitar el modo de ser de Dios combina pureza ritual con rectitud moral, de manera que afecta a todas las dimensiones de la existencia.
     En el ámbito de la ética, el amor al prójimo (Lv 19,18) es el arquetipo de la imitación divina. Éste se concreta en primer lugar en la exclusión del odio al hermano (Lv 19,17) y en la exhortación a la corrección fraterna (Lv 19,17) como expresión de amor dentro del pueblo de Dios en el que repercute el pecado de cualquiera de sus miembros. Pasa por la supresión de la venganza (Lv 19,18) y llega a su culmen en las sorprendentes exigencias de Jesús (Mt 5,38-42) en una escala ascendente que culmina con el amor a los enemigos (Mt 5,44), fundada en el principio de que Dios no considera enemigo a nadie, sino que se comporta como Padre de todos, de manera que lo característico del que es hijo de Dios es amar como ama el Padre.

     Les dejamos un enlace con las lecturas y un video del Evangelio.




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