miércoles, 1 de febrero de 2017

Febrero requiere un espíritu de servicio, trabajo y participación.

     Venimos con el sabor agradable de las fiestas cristianas de la Navidad. Han sido memorables todos los acontecimientos vividos, desde la construcción del trabajoso y elocuente Belén, hasta la restitución de la nueva puerta dedicada a la mujer pasando por el día celebrado de san Sebastián nuestro copatrono y las buenas nuevas de nuestros niños de catequesis.

     No cabe duda que todo ello significó un trabajo arduo de muchos, donde se aprecia ya el deseo de hacer y servir en comunidad, de vivir en cristiano nuestras fiestas y sobre todo de participar fervientemente en la liturgia.

     Este mes de febrero requiere un espíritu similar, por un lado debe ya ponerse por escrito las cuestiones que se nos han pedido desde la Vicaría General para trabajar por sectores la revisión pastoral. Por otra parte, el seguir creciendo en la caridad como la propuesta de acudir en ayuda de los refugiados sirios gracias a la comunidad Claretiana que gestionó a través de sus jóvenes la recogida de alimentos no perecederos, ropa y abrigo, hizo una vez más elocuente nuestra generosidad.

     En esa línea, Manos Unidas, en la campaña anual de luchar contra el hambre nos ofrecen datos y cifras que nos debe llevar a la reflexión. Se nos ha asignado como arciprestazgo y como parroquia distintos proyectos a los que ayudar. Proyectos en Sudán del Sur (África) en la promoción de la paz, Delhi (India) en la atención a niños de barrios marginados y en el Estado de Bihar (India), un Centro de salud.

     Celebremos estas cosas y otras muchas que como Iglesia diocesana nos fortalece y nos hace vivir en un mismo sentir y un mismo corazón.

Elías Francisco Zaít León, párroco.

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