miércoles, 18 de enero de 2017

"Que los católicos sean uno..."

    Junto con el Papa y toda la Iglesia, los católicos estamos rezando estos días para que sea posible la unidad de todos los cristianos, atendiendo al deseo del mismo Jesús expresado en su oración la víspera de su entrega: " Que todos sean uno" (Jn 17, 21).
     Pero, ¿cómo podemos pretender alcanzar la unidad entre las diferentes ramas de la familia cristiana, cuando dentro de la nuestra propia, la Católica, existen numerosas divisiones? 
Entre los miembros de la misma Iglesia Católica nos empeñamos en ver determinados aspectos de la vida de las personas según nuestra propia óptica, y tratamos de imponer nuestros propios criterios y soluciones que casi nunca son los de Dios, porque ni nuestra mirada es la mirada de Dios ni nuestro corazón es el suyo, aunque a eso estemos llamados. 
    ¿Cómo podemos pretender caminar junto a los hermanos de otras confesiones cristianas cuando ni siquiera entre nosotros, los católicos, somos capaces de hacerlo?  
Nos encerramos en nuestras conferencias episcopales, archidiócesis, diócesis, arciprestazgos, parroquias, congregaciones, grupos y movimientos, y establecemos fronteras de nuestra misma Iglesia, a la que en el Credo confesamos como unida y universal, y de la que estamos tan seguros que es la única y verdadera Iglesia de Jesucristo. Si entre nosotros mismos, los católicos, no somos capaces de poner en valor todo lo que nos une, sino nos centramos en poner el acento en aquello que nos separa, ¿cómo vamos a hacer capaces de descubrir, valorar y dar la importancia que merece a todo lo que tenemos en común con nuestros hermanos de las demás confesiones cristianas? 
En estos días, junto con la oración que nos propone tanto el Santo Padre como nuestra Iglesia de España para pedir la unidad de todos los cristianos, nuestra oración personal puede ser esta:

"Señor, que tú y yo seamos uno, que tú y mi familia sean uno, que tu y mi barrio, mi pueblo,
mi ciudad y mi país, sean uno. Que tú y tu Iglesia Católica, seamos uno. Solo así, podremos ponernos manos a la obra y comenzar a trabajar para construir el camino de la unidad entre todos los hermanos de tu hijo Jesús. Amén."

Por Sofía Calderín. 
Redactora de la Hoja Parroquial.

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